Cómo dos comunidades del sur de Puerto Rico se organizan para influir en la política

Agrupaciones reconocidas por su trayectoria de lucha por la justicia ambiental y social han encontrado apoyo en la organización Maria Fund, creada después del huracán María

Por:
Luis D. Alfaro Perez y Laura M. Quintero
Publicado en
October 8, 2025
Derecho a permancer

Para algunos, los cambios son parte natural de la historia. Para otros, son el resultado de acciones colectivas. Tener conversaciones 1-1,  mapear los recursos en una comunidad, elegir un tema central y desarrollar campañas son algunas tácticas empleadas por grupos comunitarios en Puerto Rico, para ayudar a las personas a reconocer que “la situación que viven no es normal” e impulsar cambios. 

 En el sur de Puerto Rico, la lucha comunitaria se ha centrado en la justicia ambiental, con campañas para combatir operaciones industriales, que emiten gases nocivos para la salud y el ambiente.

“Nuestra formación ha sido tener que pensar todo el tiempo en la autodefensa comunitaria porque, si no, te matan”, comentó José Manuel “Nolo” Díaz Pérez, parte del equipo de la Casa Tallaboeña de Formación Comunitaria y Resiliencia, en Peñuelas. 

Desde los 50 para acá, en ese y otros municipios del sur, se han establecido empresas de refinería de petróleo, un vertedero para desperdicios industriales tóxicos, una planta carbonera y una planta procesadora de gomas, cuya operación provocó incendios de grandes proporciones. Además, se intentaron establecer incineradoras, gasoductos y plantas de producción de herbicidas, pero estos planes fueron detenidos por las comunidades, recordó Díaz Pérez.

El periódico El coquí era el único periódico en Peñuelas y fue utilizado para ayudar a organizar a la comunidad. Foto suministrada.

Díaz Pérez era solo un niño cuando su papá, junto a otros vecinos y vecinas, rescataron terrenos del antiguo ingenio, en su barrio de Tallaboa. Levantaron su centro comunal, parque de pelota y cancha de baloncesto en esos terrenos. Había grupos de teatro, de música, torneos.  Esa fue la escuela de organización comunitaria para futuras generaciones”, comentó. Mediante la unión vecinal, se prepararon para luchar contra las amenazas ambientales, cuando, en 1975,  la compañía Proteco comenzó a depositar desperdicios industriales peligrosos en Peñuelas.

Por años, las amenazas siguieron surgiendo y mutando: en los 90, se revelaron los planes de construir un gasoducto; entre los 90 y los dos mil, se lidió con las repercusiones a la salud por la contaminación del área; en los dos mil, se levantó un campamento contra el depósito de cenizas de carbón en los vertederos. 

Similarmente, la Iniciativa de Ecodesarrollo de la Bahía de Jobos (Idebajo) nació como parte de una herencia de saberes tras décadas de lucha comunitaria. “Somos herederos del movimiento en contra de Monsanto en los 80”, dijo Roberto Thomas Ramírez sobre la victoria de la comunidad Las Mareas, en Salinas, al derrotar a la compañía en su intento de construir allí una planta de producción de herbicidas.  

Idebajo se fundó en 2010 ante la necesidad de preservar los acuíferos del sur y promover el desarrollo sostenible de las comunidades excluidas de la región sureste de Puerto Rico. Mientras, la Casa Tallaboeña surgió como respuesta a las emergencias de los huracanes y terremotos que afectaron el archipiélago entre 2017 y 2020. 

“Luego del huracán María, había que hacer algo con el colapso del gobierno. La ayuda de Maria Fund fue vital porque pudimos desarrollar estrategias para afrontar la situación y proyectarnos para crear infraestructura a futuro. Esa semilla la plantó Maria Fund”, expresó Díaz Pérez sobre los orígenes de la organización incorporada en 2022. 

Maria Fund es una intermediaria de recursos —una organización que conecta a los donantes con las causas y organizaciones que desean apoyar— que se ha posicionado entre los primeros 25 donantes filantrópicos en Puerto Rico, en solo ocho años desde su fundación. Su enfoque ha sido la justicia social, asignando recursos a grupos que hacen organización de base en el archipiélago.

Apuesta consciente por la organización de base

En tiempos de múltiples crisis y de austeridad, la labor de organizar a las comunidades es clave para su bienestar.

“Organizar es la ruta o guía para lograr los cambios que queremos. Ningún derecho se ha logrado sin lucha y sin organizar”, explicó a 9 Millones la Directora de Movilización de Recursos de Maria Fund, Raquela Delgado Valentín. 

Las tácticas para organizar, sin embargo, toman tiempo y mucho trabajo. Según una encuesta hecha por el Maria Fund en 2022, distribuida entre grupos de base comunitaria, las tres prioridades que más urgían eran expandir y retener sus bases, fortalecer sus destrezas de organizar, y promover el desarrollo de líderes.

Por eso, la Iniciativa de Trabajo de Base del María Fund agrupó cuatro organizaciones con historial de lucha en Puerto Rico, a fin de compartir sus conocimientos de organización y poder colectivo durante casi un año.  El conocimiento unido de la Casa Tallaboeña, Idebajo, Taller Salud y la Federación de Maestrxs de Puerto Rico produjo Organízate: Herramientas para organizar tu comunidad, un documento que recopila estrategias claves de organización. Su propósito, además, era comenzar a relatar la historia de organización comunitaria en el archipiélago, que está escasamente documentada, según Delgado. 

De izquierda a derecha, Rígel Lugo, directora interina del Maria Fund; Raquela Delgado, Directora de Movilización de Recursos de Maria Fund; y los cuatro participantes de la Iniciativa Trabajo de Base: José Manuel “Nolo” Díaz Pérez, parte del equipo de la Casa Tallaboeña de Formación Comunitaria y Resiliencia; Tania Rosario, directora de Taller Salud; Roberto Thomas Ramírez, exdirector de Idebajo; y Mercedes Martínez, presidenta de la Federación de Maestros de Puerto Rico. Foto suministrada

Cada organización contribuyó una táctica al manual, todas derivadas del conocimiento de sobre 15 años de experiencia, y de sus impactos respectivos en el bienestar de las comunidades y en el avance de los derechos. 

El mapeo comunitario e identificar un problema en común

Una de las comunidades con las que Idebajo exitosamente colaboró fue el Comité Comunal Playa-Playita en Salinas, el cual rescató a la escuela La Rosada para brindar destrezas distintas como construcción, ebanistería y pesca. Esta escuela fue parte del plan gestionado por la comunidad para impulsar el desarrollo económico y agrícola, educación comunitaria, protección de acuíferos y el ecoturismo.

Idebajo luego aplicó estos conocimientos en la comunidad de Barriada Morales en Caguas, que se planificaba expropiar en 2005 para cederle ese espacio a distintas empresas. Tras identificar 11 grupos claves y 5 años de trabajo organizativo, la comunidad logró presentar una propuesta al Municipio de Caguas en 2010, que se convirtió en un acuerdo de desarrollo propio. 

Esta táctica, conocida como “mapeo”, tiene el fin de entender las situaciones, fortalezas, recursos, formación política y relaciones de poder en una comunidad. Algunas de las estrategias para realizar un mapeo son las conversaciones, reuniones grupales, asambleas y los censos comunitarios. Todo esto crea un “mapa mental y afectivo” que facilita la organización, comentó Thomas Ramírez. 

Sin embargo, el cambio potencial en comunidades como estas se limita por la falta de poder popular existente. “Incidir directamente en las decisiones que les afectan no se puede lograr si la gente no está organizada, y la gente no se puede organizar si no tiene autonomía; si no siente que no le debe su supervivencia a otro”, abundó el actual voluntario de la organización.

Otra limitación es la división o falta de unión ante todos los problemas y crisis. Por eso, la Casa Tallaboeña aportó la táctica de elegir un problema en común.  En su caso, los vecinos de Tallaboa se han enfrentado a la contaminación como una amenaza constante. En ese proceso, la educación es clave. 

La comunidad de Tallaboa participa de una reunión convocada por el Frente Amplio Contra el Gasoducto del Sur y el Comité pro Salud y Ambiente de Tallaboa. Foto suministrada

“La lucha por sí sola no tiene fruto si no va de la mano de educación. Creeme que gente que no tenía ni cuarto grado sabía el impacto del gasoducto. Eso ayuda a que la gente pueda identificar que ‘esto me afecta a mí y a mi comunidad’. Esa lucha crea empatía en otras comunidades que se puedan identificar”, contó Díaz Pérez.

Laboratoria para organizar

A partir de estas conversaciones, el equipo de María Fund reafirmó que hacía falta un espacio para compartir estos conocimientos y desarrollar habilidades. De ahí nació la Laboratoria para Organizar, un programa piloto que estrenó este año para capacitar a líderes con destrezas y habilidades organizativas, ya sean de grupos que hacen este trabajo o quienes buscan incorporar la organización.

En total, el proyecto duró 6 meses, benefició a 25 organizaciones de todo el archipiélago, y tuvo una inversión estimada de alrededor de $60 mil en transporte, hospedaje, estipendios, materiales educativos y su actividad de cierre, entre otras cosas. 

“Queríamos ofrecer una capacitación avanzada a líderes que están comprometides con la organización comunitaria y proporcionar herramientas para creación de campañas, expansión de estrategias organizativas y políticas, pero también cómo compartir saberes entre elles”, explicó Delgado, quien estuvo a cargo de la iniciativa.  

El primer cohorte empezó en febrero, con una capacitación de 5 días en Maunabo. Aquí, reunieron a 25 líderes para entrenarles en temas como los mapas de poder, las campañas, estrategias de reclutamiento y retención, y el desarrollo de liderazgo entre sí. 

Luego, profundizaron en estos temas en la segunda fase, llamada Comunidades de Práctica. Estos espacios virtuales permitieron reforzar las destrezas y ofrecer acompañamiento en aplicarlas. Cada encuentro fue facilitado por dos o tres líderes del cohorte, quienes conectaban los temas a ejemplos puntuales en Puerto Rico. 

El cierre celebró los logros del programa con presentaciones de los participantes, festejo y la entrega de unos cuadernos reflexivos, que contenían tácticas derivadas de líderes de la Laboratoria, ejemplos concretos de Puerto Rico, y espacios para reflexionar y escribir sobre el contenido de la libreta. Delgado explicó que querían capturar los aprendizajes para que cada organización participante pudiese aplicarlo en un futuro: “De aquí surge la necesidad de que estas conversaciones no se queden en las notas de la libreta de cada quien”.

El programa se hizo en conjunto a Midwest Academy, una organización estadounidense fundada en 1972 que adiestra a líderes comunitarios. Según Delgado, esta colaboración enriqueció el espacio al traer estrategias y experiencias nuevas y distintas a la mesa. Su participación fue costeada aparte, a través de una subvención que consiguieron, otorgada por Ford Foundation. 

Un mejor Puerto Rico es posible

Fortalecer las relaciones entre las agrupaciones de base también sirve de apoyo mutuo para crear el poder colectivo, que es parte de las metas que tiene Maria Fund. 

Como ejemplo de ello, Delgado mencionó como logro el que las organizaciones participantes de la Laboratoria pudieron convocar sus bases a participar en las vistas públicas sobre el proyecto Esencia, un megaproyecto turístico que propone cubrir 2,000 acres y 3 millas de terreno protegido en Cabo Rojo y cuyos permisos se han otorgado de forma irregular.  Para Delgado, “esa solidaridad y unidad en la acción es de las ganancias de este proceso”.

La Directora de Movilización de Recursos también reconoció que hacen falta más iniciativas como la Laboratoria, un sentimiento prevalente entre los participantes. Aunque aún no han lanzado otros programas de desarrollo en organizar —pues la Laboratoria se considera un programa piloto—, María Fund sí lanzó varias convocatorias de fondos para fortalecer a grupos que organizan alrededor de temas particulares o que trabajan narrativas sobre temas como la juventud, la justicia reproductiva y la defensa comunitaria. En conjunto, estas convocatorias han contado con hasta $600,000 en fondos disponibles. 

Este apoyo, sin embargo, va más allá del monetario, que es clave para la subsistencia de las organizaciones. “No es simplemente otorgar subvenciones o grants, es también estar en una conexión más intencional con los grupos que apoyamos [...] para escuchar de primera mano qué necesidades tienen”, abundó Delgado.

Este acercamiento también fue aplicado en la Iniciativa de Trabajo de Base, donde crear un espacio vulnerable y seguro fue clave para comunicar las necesidades de cada grupo e identificar en conjunto soluciones. 

Ilustración que resume el Puerto Rico con el que aspiran a construir las organizaciones participantes en la Iniciativa de Trabajo de Base. Ilustración hecha por La Maraña para el documento “¡Organízate!”. Imagen provista por Maria Fund.  

Cuando comenzó la Iniciativa, uno de los primeros ejercicios fue que cada líder definiera cómo era el Puerto Rico con el que soñaban. Para construirlo,  María Fund reafirmó su apoyo a organizaciones que comparten su visión. 

Nuestro enfoque y apoyo siempre va a estar dirigido a los grupos que tengan como su mirada y visión lograr los cambios estructurales que hacen falta para vivir en un Puerto Rico justo, libre, equitativo, donde quepamos todes, donde podamos vivir en bienestar”, puntualizó Delgado. 
Esta historia se produjo junto a Claridad, el periódico de la nación puertorriqueña.
9 Millones ha recibido fondos de Maria Fund, pero es el único responsable por su contenido.

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